sábado, 1 de enero de 2011

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Capítulo 20.

Necesitábamos un plan de escape, y lo necesitábamos rápido. Desgraciadamente, mis únicas ideas necesitaban de cosas que no estaban bajo mi control. Como nosotros siendo dejados solos para que pudiéramos escapar a hurtadillas. O tener guardias estúpidos para poder engañarlos fácilmente y escapar. Y casi al final, estar seguros de que podríamos ser libres. Sin embargo, nada de eso estaba pasando. Después de aproximadamente veinticuatro horas, nuestra situación no había cambiado. Seguíamos siendo prisioneros, seguramente atados, nuestros captores seguían vigilando casi tan eficientes como cualquier grupo de guardianes. Casi.
Lo más cerca que estábamos de la libertad era supervisado— y extremadamente vergonzoso—ir al baño. El hombre no nos daba ni comida ni agua.
Eso era un poco duro, pero la mezcla humana-vampiro hacia a los dhampir más fuertes. Podía manejar estar incómoda, aunque estaba alcanzando un punto donde podría hasta matar por una hamburguesa de queso y algunas papas fritas muy, muy grasosas.
Para Mia y Christian... bueno, las cosas era más complicadas. Moroi podrían salir semanas sin comida y agua pero solamente si seguían tomando sangre. Sin ella, ellos podrían soportar unos pocos días antes de enfermarse y debilitarse tanto tiempo como tengan sustancia. Así fue como Lissa y yo nos manejamos mientras vivimos solas, ya que yo no la podía alimentar todos los días.

Sin comida, sangre, agua y un Moroi resistiendo tirado en el piso. Estaba hambrienta, pero Mia y Christian tenían un hambre voraz. Además sus rostros lucían demacrados, sus ojos febriles.
Isaiah hizo peor todo el asunto con sus subsecuentes visitas. Cada vez que él venía divagaba en su molesto y mofante modo. Luego, antes de irse tomaba un poco más de Eddie. A la tercera visita, pude prácticamente ver a Mia y Christian babearse. Entre la endorfina y la falta de comida, estaba bastante segura que Eddie ni siquiera sabía en donde nos encontrábamos. No podía dormir en esas condiciones, pero durante el segundo día, me quedaba dormida ocasionalmente y tenía sueños extraños. El hambre y el cansancio podían hacerte eso. En un punto, estaba sorprendida en que no pensaba como había caído en ese profundo suburbio debajo de esas condiciones insanas.
En el sueño—yo sabía perfectamente que era un sueño—estaba parada en una playa. Me tomó un momento reconocer que playa era. Era a lo largo de la costa de Oregon-soleada y cálida, con el Pacífico desdoblado en la distancia. Lissa y yo habíamos ido ahí cuando vivimos en Pórtland. Había sido un gran día, pero ella no podía manejar estar tanto tiempo expuesta al sol, por lo tanto tuvimos una corta visita, siempre desee poder habernos quedado más tiempo allí. Ahora tenía toda la luz y el calor que podría desear.


-Pequeña dhampir.-dijo una voz detrás de mí.-Ya era hora.
Me giré sorprendida y encontré a Adrián Ivashkov observándome. Llevaba puestos unos pantalones y una camisa suelta y-en un sorprendente estilo casual para él-no llevaba zapatos. El viento despeinaba su cabello marrón y mantenía sus manos guardadas en los bolsillos mientras me miraba con esa sonrisa suya de fábrica.
-Sigues teniendo tu protección-agregó.
Frunciendo el ceño, pensé por un momento que estaba mirando mi pecho, después me di cuenta que sus ojos estaban en mi estómago. Tenía puesto unos jeans y la parte superior del bikini, y una vez más, el colgante con el pequeño ojo azul balanceándose. El chotki estaba en mi muñeca.
-Y estás en sol nuevamente.-dije.-Así que supongo que es tu sueño.
-Es nuestro sueño.
Meneé mis pies en la arena.-Cómo dos personas pueden compartir un sueño?
-Las personas comparten sueños todo el tiempo, Rose.
Lo miré frunciendo el ceño.-Necesito saber a lo que te refieres, sobre la oscuridad que me rodea. Qué es lo que significa?
-Honestamente, no lo sé. Todos tienen una luz que los rodea, excepto tu. Tu tienes sombras y las tomaste de Lissa.
Mi confusión creció.-No lo entiendo.
-No podemos entrar en eso ahora. No es por eso que estoy aquí.
-Estás aquí por una razón?.-pregunté, mis ojos perdidos en la azul-gris agua. Era hipnótico.
-No estás aquí... sólo por estar aquí?
Se me adelantó y tomó mi mano, obligándome a mirarlo. Toda la diversión se había ido, estaba mortalmente serio.
-Dónde estás?
-Aquí.-dije desconcertada.-Como tu.
Adrián negó con la cabeza.-No, eso no era a lo que me refería. En el mundo real. Dónde te encuentras?
El mundo real?. Alrededor de nosotros, la playa se desdibujaba, como en una película yéndose de foco. Momentos después, todo se detuvo, me devané el cerebro. El mundo real. Imágenes venían a mi mente. Sillas. Guardias. Amarres.
-En un sótano...- dije lentamente. De repente, alarmada, la belleza se hizo añicos en el momento que recordé todo. –Oh Dios, Adrián. Debes ayudar a Mia y a Christian. No puedo—
Apretó mi mano fuertemente.-Dónde? El mundo brilló nuevamente, y esta vez no se reenfocó. Él juró (insultó) –Dónde estás Rose?
El mundo comenzó a desintegrarse. Adrián comenzó a desintegrarse.
-En un sótano, en una casa, en —
Se había ido. Me desperté. El sonido de la puerta de la habitación abriéndose me sobresaltó trayéndome a la realidad. Isaiah se precipitó dentro con Elena a rastras.
Tuve que luchar para no burlarme de ella cuando la vi. Él era arrogante, cruel y estaba rodeado de maldad. Pero era de esa manera porque era el líder. Tenía la fuerza y el poder suficiente para respaldar esa crueldad—incluso aunque no me gustase. Pero Elena? Ella era una sirviente, nos amenazaba y hacía comentarios bajos, pero la mayor parte de su habilidad para hacerlo era por que era su mano derecha. Ella era una total chupa-medias.
-Hola, niños,-él dijo.-Cómo andan en el día de hoy? Nuestras miradas malhumoradas le contestaron.
Caminó hacia dónde estaban Mia y Christian, con sus manos tras la espalda. –Algún cambio en el corazón desde mi última visita? Están demorando demasiado, y eso está molestando a Elena. Está muy hambrienta, verán, pero—sospecho—no tanto como ustedes dos.
Christian apretó sus ojos.-Vete a la mierda.-le dijo apretando los dientes.
Elena le gruñó y se le abalanzó -No te atrevas—
Isaiah la apartó.-Déjalo solo. Sólo debemos esperar un poco más, y realmente, es una forma de entretenernos.
Los ojos de Elena atravesaron a Christian.
-Honestamente-continuó Isaiah, mirando a Christian, -no puedo decidirme que es lo que más quiero: matarte, o que te nos unas. Cualquiera de las dos ofrecen ventajas.
-No te cansas de escucharte a ti mismo hablar? –preguntó Christian.
Isaiah lo consideró.-No. No realmente. Y no me canso de él, tampoco.
Se volteó y caminó hasta donde se encontraba Eddie. El pobre Eddie apenas podía mantenerse derecho en su silla después de haber pasado por tantas alimentaciones. Para peor, Isaiah no necesitaba siquiera utilizar la coacción, la cara de Eddie se iluminaba con una estúpida sonrisa, deseando su próximo mordisco. Él era tan adicto como los alimentadores.
Rabia y disgusto fluyeron a través de mi. –Maldición!-grité. –Déjalo en paz!.
Isaiah me echó un vistazo. –Quédate en silencio, chica. No te encuentro ni cerca de ser divertida como lo es Mr. Ozera.
-Sí?.gruñí.-Si te molesto tanto entonces, úsame para probar tu estúpido punto. Muérdeme a mi en cambio. Ponme en mi lugar, y muéstrame que tan malo eres.
-No!-exclamó Mason. –Úsame a mi.
Isaiah rodó sus ojos. –Buen Dios. Que grupo tan noble. Son todos espartanos, no?

Se alejó de Eddie y puso un dedo debajo del mentón de Mason, echando su cabeza hacia atrás. –Pero tú-dijo Isaiah,-no lo dices enserio. Solamente te ofreces debido a ella. liberó a Mason y caminó hasta estar enfrente de mí, mirándome con esos negros, negros ojos. –Y tu... no te creí al principio tampoco. Pero ahora?-Se agachó para estar a mi altura. Me rehusé a apartar la mirada, aunque sabía que me ponía en riesgo por la coacción. –Creo que lo dices enserio. Y no es por ser noble, tampoco. Tu lo quieres. Has sido mordida antes. –su voz era mágica. Hipnótica. No estaba utilizando la coacción, exactamente, pero definitivamente lo rodeaba un carisma natural. Como Lissa y Adrian. Me perdía en cada palabra. –Varias veces, me imagino-agregó.
Se inclinó sobre mi, respirando en mi cuello. En algún lado detrás de él, pude escuchar a Mason gritando algo, pero toda mi atención estaba en lo cerca que estaban los dientes de Isaiah de mi piel. En los últimos meses, sólo fui mordida una sola vez — y eso fue cuando Lissa estaba en una emergencia. Antes de eso, ella me mordió por lo menos dos veces a la semana por dos años seguidos, y sólo recientemente me di cuenta cuan adicta me había vuelto. No hay nada—nada—en el mundo como una mordida Moroi, como una inundación de felicidad. Pero claro, las mordidas de Strigoi eran más poderosas...
Tragué, de repente conciente de mi pesada respiración y mi corazón martillante. Isaiah me dio una silenciosa risita. –Si. Eres una prostituta de sangre en fabricación. Desafortunadamente para ti —porque no te voy a dar lo que quieres.
Se marchó y me hundí en la silla. Sin ningún retraso, regresó a Eddie y bebió de él. No podía mirar, pero era por envidia esta vez, no disgusto. Quemándome dentro, deseaba esa mordida, la deseaba con cada nervio de mi cuerpo.
Cuando Isaiah terminó, empezó a dejar la habitación, pero se detuvo. Dirigió sus palabras a Mia y Christian. –No se retrasen-advirtió-aprovechen su oportunidad para ser salvados. Hizo un movimiento de cabeza hacia mi. –Hasta tienen una víctima dispuesta.
Se fue. Al otro lado de la habitación, Christian encontró mis ojos. Por alguna razón, su cara lucía más demacrada de lo que estaba hacía unas horas atrás. El hambre quemaba en su mirada, y supe cual la complementaba: el deseo de saciar el hambre. Dios. Estábamos arruinados. Creo que Christian lo advirtió al mismo tiempo. Sus labios se convirtieron en una pequeña sonrisa.
-Nunca luciste tan bien, Rose.-dijo antes que los guardias lo mandaran callar.
Dormité un poco a lo largo del día, pero Adrián no regresó a mis sueños. En cambio, mientras me cernía en el borde de la inconciencia, me encontré a mi misma en un territorio familiar: la cabeza de Lissa. Después de la extrañeza de los últimos dos días, estar en su mente se sintió muy acogedor.
Ella estaba en uno de los salones para banquetes, solo que estaba vacío. Estaba sentada en el piso tratando de ser discreta. El nerviosismo la llenaba, estaba esperando por algo—o, alguien. Unos minutos después, Adrian apareció.
-Prima,-dijo cortésmente. Se sentó frente a ella con la rodilla doblada, inconsciente de sus caros pantalones. –Disculpa la tardanza.
-Está bien-dijo ella.
-No sabías que estaba aquí hasta que me viste, no es así?
Ella sacudió su cabeza, decepcionada. Me sentí más confundida que nunca.
-Y estar sentada conmigo... no puedes notar nada?
-No.
Él se encogió de hombros. –Bueno, esperemos que llegue pronto.
-Cómo luce para ti?-preguntó ella, quemándose por la curiosidad.
-Sabes cómo son las auras?
-Son como... bandas de luz alrededor de la gente, cierto? Algo New Age?
-Algo como eso. Cada uno tiene una especie de energía espiritual que irradia fuera de ellos.
Bueno, casi todos. Su indecisión me hizo pensar que el hablaba de mi y la supuesta oscuridad que me rodeaba.
-Basándose en el color y la apariencia, puedes saber muchísimo sobre la persona... bueno, si alguien puede ver auras, se trata de eso.
-Y tu puedes.-ella dijo.-Y puedes saber que uso el espíritu por mi aura?
-La tuya es mayoritariamente dorada. Como la mia. Puede mezclarse con otros colores dependiendo de la situación, pero el dorado siempre está.
-Cuántas personas como nosotros conoces?
-No mucha. Los veo cada mucho tiempo. Tratan de ocultarse. Tu eres la primera con la que he hablado. Ni siquiera sabía que se le llamaba “espíritu”. Dándome cuenta de esto cuando no me especialicé, pensé que era una especie de fenómeno.
Lissa agarró su brazo y se levantó, esperando poder ver la luz alrededor de él. Nada. Se sentó y soltó el brazo. Y ahí fue cuando lo entendí. Adrian tenía el espíritu también. Era por eso que él era tan curioso sobre Lissa, cuando quería hablar con ella y preguntarle sobre su especialidad. También explicaba muchas otras cosas, como el carisma que no me permitía alejarme o escapar de él cuando estaba cerca. Él uso la coacción aquél día cuando Lissa y yo estábamos en la habitación—así fue como forzó a Dimitri a dejarlo en paz.




-Entonces, ellos finalmente te dejaron ir?-Adrian le preguntó.
-Si. Ellos decidieron que realmente no sabía nada.
-Bien-dijo. Frunció el ceño y me di cuenta que estaba esperando un cambio. –Y estás segura que no sabes nada?
-Ya te lo dije. No puedo hacer que la conexión funcione de ese modo.
-Hmm. Bueno, tienes que hacerlo.
Ella se iluminó. –Que, crees que estoy escondiendo algo? si la pudiera encontrar lo haría.
-Lo sé, pero tienes que intentarlo, deben tener una fuerte conexión. Usa eso para hablar con ella en sus sueños. Yo lo intenté, pero no pude sostenerlo el tiempo suficiente para—
-Qué dijiste? Exclamó Lissa-Hablarle en sus sueños?
Ahora lucía desconcertada.-Claro. No sabes cómo hacerlo?
-No! estás bromeando? Cómo es eso posible?
Mis sueños...
Recordé a Lissa hablando sobre un inexplicado fenómeno Moroi, podría haber más poderes además de la curación, cosas que ni siquiera imaginábamos.
Entonces parecía que lo de Adrian apareciendo en mis sueños no era coincidencia. Él había sido capaz de entrar en mi cabeza, de una manera similar a como yo entraba en la mente de Lissa. Ese pensamiento me puso inquieta. Lissa apenas podía aceptarlo. Él pasó su mano por su cabello y lo retiró hacia atrás, mirando el candelabro de cristal que había en el techo.
-Bien. Entonces no ves auras y no puedes hablar con la gente en sus sueños. Qué puedes hacer?
-Yo... yo puedo curar gente. Animales. Plantas también. Puedo revivir cosas muertas.
-Enserio? Él lucía impresionado.-Bien. Tienes puntos por eso. Qué mas?
-Um. Puedo usar la coacción.
-Todos lo podemos hacer.
-No, yo puedo REALMENTE hacerlo. No es difícil. Puedo hacer que la gente haga cualquier cosa que yo quiera—hasta cosas malas.
-Yo también.-sus ojos se iluminaron-Me pregunto que pasaría si trataras de usarla sobre mi... –ella estaba indecisa y distraídamente pasó sus dedos sobre la textura de la alfombra roja. –Bueno... no puedo.
-Acabas de decir que si podías.
-Puedo—pero no en este momento. Por causa de esas medicinas... para la depresión y las otras cosas... y me alejan de la magia.
Levantó sus brazos en el aire. –Cómo voy a enseñarte a entrar a los sueños de las personas entonces? Cómo vamos a encontrar a Rose?
-Mira.-ella dijo irritada –No quiero tomar las medicinas. Pero cuando no las tomo... hago cosas locas, cosas peligrosas. Eso es lo que el espíritu te hace.
-Yo no tomo nada. Estoy bien.-dijo.
No, él no lo estaba, me di cuenta. Lissa también.
-Estabas realmente raro aquél día cuando Dimitri estaba en tu habitación.-ella señaló.

-Empezaste a divagar, y no decías nada con sentido.
-Oh, eso? Si... pasa ahora y antes. Pero seriamente, no muy seguido. Una vez al mes. –el sonaba sincero. Lissa lo miró fijamente, revaluando todo. Que si Adrian podía hacerlo? Que si él podía usar el espíritu sin píldoras, sin ningún efecto dañino? Sería todo lo que ella deseaba. Además, ella no estaba segura de que las píldoras siguieran surtiendo efecto por mucho más tiempo...
Él sonrió, adivinando que estaba pensando. –Qué dices prima? Preguntó. No necesitaba usar la coacción. Su oferta era demasiado tentadora. –puedo enseñarte todo lo que sé, si eres capaz de tocar la magia. Tomará un tiempo para sacar las píldoras de tu organismo, pero una vez que se vayan...

Capítulo 21.

No necesitaba saber eso ahora. Podría manejar cualquier cosa que Adrian hiciese: que la golpeara, que la convirtiese en una fumadora, daba igual. Pero eso no. Que Lissa dejase las píldoras era exactamente lo que quería evitar.
De mala gana dejé su cabeza y regresé a mi propia y sombría situación. Me hubiera gustado ver que más sucedida entre Adrian y Lissa, pero obsérvalos no me haría ningún bien. Bueno. Ahora realmente necesitábamos un plan. Necesitaba acción. Tenía que sacarnos de aquí. Pero, mirando alrededor, me di cuenta que estaba tan cerca de escapar como antes, y pasé las siguientes horas pensando y especulando.
Hoy teníamos tres guardias. Parecían un poco aburridos pero no lo suficiente como para ser negligentes. Cerca, Eddie parecía estar inconsciente, y Mason miraba a la nada del suelo. Del otro lado, Christian también miraba a la nada y creo que Mia estaba durmiendo. Dolorosamente consciente de cuanto me dolía la garganta, casi me reí al recordar cuando le había dicho a ella que los usuarios de agua eran inútiles. Ellos podrían no ser buenos para una pelea, pero daría cualquier cosa para que ella invocase un poco de –
Magia.
Porque no lo pensé antes? No estábamos indefensos. No completamente.
Un plan poco a poco se fue formando en mi mente - un plan que probablemente fuese una locura, pero también era el mejor que teníamos. Mi corazón latía rápidamente con anticipación, e inmediatamente calmé mis facciones antes de que los guardias notasen mi cambio de ánimo.
Del otro lado, Christian me estaba mirando. Él había visto el breve brillo de la anticipación y se dio cuenta de que había pensado en algo. Me miraba con curiosidad, tan preparado como yo para la acción.
Dios. ¿Cómo iba a hacerlo? Necesitaba su ayuda, pero no había una forma posible de contarle lo que estaba pasando por mi cabeza. En realidad, no estaba segura de que me pudiese ayudar - estaba bastante débil.
Mantuve su mirada, intentando hacerle entender que iba a suceder algo. Su rostro estaba lleno de confusión, pero también de determinación. Después de asegurarme de que ninguno de los guardianes me estaba mirando, me giré lentamente, tirando un poco de mis manos atadas. Mire para detrás de mi, y después me encontré con la mirada de Christian. El frunció el ceño y yo repetí el gesto.
"Ey", dije en voz alta. Mia y Mason dieron un salto de sorpresa. "Vais a dejar que nos muramos de hambre? No podemos por lo menos beber un poco de agua o algo? "
"Cállate", dijo uno de los guardias. Esa era siempre respuesta que obteníamos cuando alguno de nosotros se aventuraba a hablar.
"Vamos." Usé mi voz más insultante. "Ni tan siquiera un traguito? Mi garganta se está quemando. Está prácticamente en llamas." Mis ojos se dirigieron a Christian mientras decía esas últimas palabras, y luego me giré de nuevo hacia el guardia.
Como era de esperar, él se levantó de su silla y vino hacia mí. "No me hagas repetirlo", gruñó. No sabía si él haría algo violento, pero yo no tenía ningún interés en forzar nada todavía. Por otra parte, conseguí mi objetivo. Si Christian no me había entendido, no había nada más que pudiese hacer. Esperando verme con miedo, me callé.
El guardia volvió a su silla, y después de un rato, dejó de mirarme. Miré a Christian y moví mis manos atadas de nuevo. Vamos, vamos, pensé. Entiéndelo de una vez, Christian.
El de repente levantó sus cejas, y me miró sorprendido. Bien. Parecía haber entendido algo. Sólo esperaba que fuese lo que yo quería. Su mirada se convirtió en duda, y me miraba como si me estuviese preguntando si estaba hablando en serio. Asentí enfáticamente.
Frunció el ceño durante algunos segundos y, a continuación, dio un gran y fuerte suspiro.
"Muy bien", dijo. Todo el mundo saltó de nuevo.
"Cállate", dijo uno de los guardias automáticamente. Sonaba cansado.
"No," dijo Christian. "Estoy listo. Preparado para beber".
Todos en la sala se congelaron durante algunos segundos, incluida yo. Eso no era exactamente la que tenía en mente.
El líder de los guardias se levantó. "No juegues con nosotros."
"No lo estoy", dijo Christian. Tenía una febril y desesperada mirada en su rostro que no pensé que fuese totalmente falsa. "Estoy cansado de esto. Quiero salir de aquí, y no quiero morir. Voy a beber - y la quiero a ella." Hizo un gesto en mi dirección. Mia dio un grito alarmado. Mason le llamó a Christian algo que en la Academia le habría costado la expulsión.
Esto definitivamente no era lo que tenía en mente.
Los dos guardias miraron a su líder. "Deberíamos llamar a Isaiah?" le preguntaron.
"No creo que él esté aquí", dijo el líder. Estudió a Christian durante algunos segundos y después tomó una decisión. "No quiero molestarlo, si se trata de una broma. Soltadlo y veremos".
Uno de los hombres cogió unos alicates. Se fue hasta Cristian y se agachó. Escuché como algo se rompía, mientras las esposas se soltaban. Agarrando a Christian por los brazos lo trajeron hasta donde estaba yo.
"Christian", exclamó Mason, su voz llena de ira. Luchaba por soltarse de las esposas, balanceando la silla mientras lo intentaba. "Estás mal de la cabeza? No dejes que te hagan esto!"
"Tienes que morir, pero yo no", dijo Christian, apartando su pelo negro de delante de sus ojos. "No tengo otra forma de hacerlo."
No sabía lo que estaba sucediendo ahora, pero estaba segura de que debería mostrar miedo si se suponía que iba a morir. Dos guardias se situaron a los lados de Christian, observándolo atentamente mientras se acercaba a mí.
"Christian", susurré, sorprendida de ver lo fácil que me resultaba parecer asustada. "No lo hagas".
Sus labios se torcieron en una de esas sonrisas amargas que el hacia tan bien. "Tú y yo nunca nos llevamos bien, Rose. Si tengo que matar a alguien, es mejor que seas tu." Sus palabras eran frías, precisas. Creíbles. "Además, pensé que lo querías".
"Eso no. Por favor, no-"
Uno de los guardias empujó a Christian. "¡Apúrate o te volveré a atar en la silla".
Incluso con esa sonrisa negra, Christian se encogió de hombros. "Lo siento, Rose. Vas a morir de todos modos. ¿Por qué no, por una buena causa?" Él puso su cara cerca de mi cuello. "Probablemente te dolerá", añadió.
Realmente lo dudaba... si realmente lo fuese a hacer. Porque no iba... ¿verdad? Me puse nerviosa. Por todos los medios, si te chupan la sangre, con la saliva te pasan las endorfinas, las suficientes para que no sientas casi nada de dolor. Era como irse a dormir. Aunque, naturalmente, todo esto era especulación. Las personas asesinadas por las mordidas de los vampiros no regresan para contarnos como era.
La nariz de Christian tocó mi cuello, movió su cara hacia abajo para que estuviese totalmente oculta. Sus labios rozaban mi piel, tan suavemente como lo había sentido cuando el y Lissa se besaban. Un segundo después, sus colmillos tocaron mi piel.
Después sentí dolor. Mucho dolor.
Pero no se debía al mordisco. Sus dientes sólo estaban presionados contra mi piel; no la perforaban. Su lengua se movía contra mi cuello, lamiendo, pero no había sangre para chupar. En todo caso, se parecía más bien a un extraño y retorcido beso.
No, el dolor venía de mis muñecas. Un dolor que quemaba. Christian estaba canalizando su magia para quemas las esposas, así como yo quería. Había entendido el mensaje. El plástico estaba cada vez más caliente, mientras el fingía que estaba bebiendo. Cualquier persona que mirase más de cerca sabría que estaba fingiendo, pero mi pelo estaba bloqueando la vista de los guardines.
Sabía que era difícil derretir el plástico, ahora lo había entendido, había entendido realmente lo que significaba. La temperatura necesaria para hacerle algún daño. Era como poner mis manos en la lava. Las esposas quemaban mi piel, caliente y horrible. Me torcí, con la esperanza de que eso pudiese aliviar el dolor. Pero no funcionó. Me di cuenta, sin embargo, que las esposas habían cedido un poco cuando me había movido. Estaban blandas. Vale. Eso ya era algo. Sólo tenía que aguantar un poco más. Desesperadamente, intenté centrarme en la mordida de Christian y así distraerme. Funcionó durante cinco segundos. El no me estaba dando muchas endorfinas, no las suficientes como para combatir el horrible dolor creciente. Lloriqueé, haciéndome parecer más convincente.
"No lo puedo creer", murmuró uno de los guardias. "Realmente lo está haciendo." Por detrás de ellos, escuché a Mia llorar.
La quemadura aumentó. Nunca había sentido algo tan doloroso en mi vida, y ya había pasado por muchas cosas. El desmayo pronto se convirtió en una posibilidad.
"Ey", uno de los guardias dijo finalmente. "¿Qué es ese olor?"
Ese olor era el plástico derretido. O quizás mi piel derretida. Honestamente, no me importó, porque cuando moví mis muñecas, pude romper las esposas.
Tenía 10 segundos de sorpresa, y los aproveché. Me levanté, empujando a Christian en el proceso. Tenía un guardia a cada lado, y uno de ellos aún sujetaba los alicates. En un solo movimiento, le quité los alicates y se los clavé en la mejilla. Él dio una especie de grito gorjeado, pero no esperé para ver que pasaba. El efecto sorpresa se estaba acabando y no podía perder tiempo. Tan pronto como solté los alicantes, le dí un puñetazo al otro. Por regla general mis patadas eran más fuertes que mis puñetazos, pero lo golpeé con la suficiente fuerza como para asustarlo y hacerlo tambalear.
Pero entonces el jefe de los guardias entró en acción. Y como me temía, que él aún tenía la pistola, y él la estaba usando. "¡Alto!" Gritó, apuntándome.
Me congelé. El tipo al que había golpeado, se acercó y me agarró del brazo. Cerca de allí, el que había apuñalado gemía en el suelo. Aún con la pistola apuntándome, el líder comenzó decir algo y, a continuación, gritó alarmado. El arma de repente se puso naranja y la dejó caer. Donde el la había agarrado, la piel se le puso roja e irritada. Christian había calentado el metal. Si. Definitivamente deberíamos haber utilizado magia desde el principio. Si salíamos de esta, apoyaría la causa de Tasha. La costumbre anti-magia de los Moroi, estaba tan gravada en nuestra mente que ni tan siquiera habíamos pensado en usarla antes. Era una estupidez.
Me giré hacia el tipo que me estaba agarrando. Creo que él no espera que una chica de mi tamaño fuese capaz de luchar, y además aún estaba medio aturdido con lo que le había sucedido al tipo que había estado sujetando el arma. Conseguí espacio suficiente para patearle en el estomago, una patada que me habría valido un aprobado en la clase de combate. Gimió que con el impacto, le dí con tanta fuerza que lo empujé contra la pared. En un segundo, estaba encima de él. Agarrando un puñado de su pelo, le golpeé la cabeza contra el suelo lo suficientemente fuerte como para hacerle perder el conocimiento.
Inmediatamente, me giré, sorprendida por el líder no hubiese venido por mí aún. No debería haberle llevado tanto tiempo recuperarse de la conmoción de la pistola. Pero cuando me giré, la habitación estaba tranquila. El líder estaba inconsciente en el suelo - con un nervioso Mason encima de él. Cerca, Christian tenía los alicates en una mano y en la otra la pistola. Todavía debería estar caliente, pero sus poderes lo hacían inmune. Estaba mirando al hombre al que yo había apuñalado. El tipo no estaba inconsciente, apenas sangraba, pero como yo había hecho, se congeló cuando vio el arma.
"Mierda", murmuré, observando la escena. Caminando hacia Christian, levanté la mano. "Dame eso antes de que lastimes a alguien."
Esperaba una mirada amarga, pero sólo me dio el arma con sus manos temblorosas.
La metí en mi cinturón. Mirándolo más de cerca, vi lo pálido que estaba. Parecía que se iba a desmayar en cualquier momento. Había hecho mucha magia para alguien que llevaba dos días pasando hambre.
"Mase, coge las esposas", dije. Sin girarse, Mason dio unos pasos hacia atrás, hasta donde estaba la caja donde los secuestradores tenían esposas nuevas. Había algunas tiras de plástico y otra cosa. Con una mirada cuestionadora, cogió el rollo de cinta adhesiva.
"Perfecto", le dije.
Prendimos a los secuestradores en las sillas. Uno estaba consciente, pero le hicimos perder el conocimiento y les pusimos la cinta en la boca. Se despertarían dentro de poco, y no queríamos que hiciesen ruido.
Después de liberar a Mia y a Eddie, los cinco nos reunimos y planeamos nuestro próximo movimiento. Christian y Eddie apenas podían mantenerse de pie, pero al menos Christian sabía dond estaba. El rostro de Mia estaba lleno de lágrimas, pero aun así sospechaba que sería capaz de cumplir ordenes. Eso, nos dejaba a Mason y a mí, como los únicos que podían hacer algo.
"El reloj de aquel tipo indica que es de mañana", dijo. "Lo que tenemos que hacer es ir al exterior, y no podrán tocarnos. Si es que no hay mas humanos".
"Dijeron que no Isaiah no estaba", dijo Mia. "Deberíamos ser capaces de salir, ¿verdad?"
"Estos hombres no se han movido de aquí en horas", le dije. "Pueden estar equivocados. No podemos hacer algo estúpido. "
Cuidadosamente, Mason abrió la puerta de nuestra habitación y miró el corredor vacío. "Crees que habrá alguna manera de salir aquí?"
"Eso facilitaría nuestras vidas", murmuré. Miré a los demás. "Quedaos aquí. Nosotros comprobar el resto del sótano."
"Y si viene alguien?" Exclamó Mia.
"No vendrán", le aseguré a ella. En realidad no estaba segura de que no hubiese nadie más, tendrían que haber venido corriendo con todo el ruido que hicimos. Y si alguien trataba de bajar las escaleras, nosotros los escucharíamos primero.
Aun así, Mason y yo nos movimos cuidadosamente mientras evaluábamos el sótano, cubriéndonos mutuamente y mirando en todas las esquinas. Era un laberinto de ratas como recordaba de cuando nos habían capturado. Muchos corredores y habitaciones. Una por una, abrimos todas las puertas. Cada habitación estaba vacía, salvo por alguna silla ocasional. Me estremecí, pensando que todas aquellas habitaciones probablemente eran utilizadas con otros prisioneros.
"No hay una maldita ventana en todo el lugar", murmuré cuando acabamos la exploración. "Tenemos que subir".
Regresamos a nuestra habitación, pero antes de que llegásemos, Mason agarró mi mano.
"Rose..."
Me detuve y le miré. "Sí?"
Sus ojos azules, - eran más serios de lo que jamás los habían estado - me miraban con arrepentimiento. “La he jodido.”
Pensé en todos los eventos que nos habían llevado a esta situación. "La hemos jodido, Mason. "
Estuvo de acuerdo. "Espero que... Espero que cuando todo esto termine, todavía podemos sentarnos a hablar y arreglar las cosas. No debería haberme enfadado contigo. "
Quería decirle que eso no iba a suceder, que cuando el desapareció, yo lo estaba buscando para decirle que las cosas no se solucionarían entre nosotros. Como este no era el momento ni el lugar para hablar de eso, le mentí.
Le apreté la mano. "También lo espero".
Él sonrió y regresamos junto a los otros.
"Muy bien", les dije a ellos. "Esto es lo que haremos."
Preparamos rápidamente un plan y nos dirigimos a las escaleras. Yo iba delante, seguida por Mia mientras que ella intentaba servirle de apoyo a un renuente Christian. Mason estaba en la retaguardia, arrastrando prácticamente a Eddie.
"Debería ir adelante", murmuró Mason mientras estábamos en la parte superior de la escalera.
"No", le respondí, poniendo las manos sobre la manilla de la puerta.
"Sí, pero si algo pasa-",
"Mason", le interrumpí. Lo miré, y de repente, tuve un flash de mi madre de cuando el ataque a los Drozvov había sido descubierto. Calmada y controlada, incluso el borde de algo horrible. Necesitaban un líder, al igual que nosotros, e intenté canalizar al máximo el comportamiento de mi madre. "Si algo sucede, los sacas de aquí. Corréis rápido y lejos. No vuelvas sin una multitud de guardianes".
"Te atacarán a ti primero! ¿Qué debería hacer?" silbó. "Dejarte? "
"Si. Te olvidas de mi y sales."
"Rose, no voy-"
"Mason." Pensé de nuevo en mi madre otra vez, luchando por aquella fuerza y el poder para dirigir a los demás. "Puedes hacerlo o no?"
Nos miramos durante varios segundos, mientras los demás retenían el aliento.
"Puedo hacerlo", dijo con dureza. Asentí y me giré.
La puerta del sótano chirrió cuando la abrí, e hice una mueca debido al ruido. Sin ni siquiera atreverme a respirar, estaba completamente parada en la parte superior de las escaleras, esperando y escuchando.
Esta casa y su decoración parecían la misma a la cual habíamos sido traídos. Cortinas oscuras tapaban las ventanas, pero en los bordes, pude ver la luz del sol. El sol nunca me había parecido tan bueno como me parecía en aquel momento. Alcanzarlo significaba la libertad.
No había sonidos o movimientos. Mirando alrededor, intenté recordar dónde estaba la puerta. Al otro lado de la casa – realmente no era muy lejos, pero ahora parecía haber un abismo de distancia.
"Explora conmigo", le susurré a Mason, con la esperanza de hacer que él se sienta mejor.
Dejó que Eddie se apoyase en Mia por un momento y fue conmigo a hacer una rápida exploración del área. Nada. El camino está libre hasta la puerta frontal. Suspiré de alivio
Mason, cogió a Eddie de nuevo, y fuimos hacia adelante, todos tensos y nerviosos. Dios. Lo lograremos, me di cuenta. Realmente íbamos a lograrlo. No podía creer en nuestra suerte. Habíamos estado tan cerca del desastre - y apenas lo habíamos conseguido. Era uno de esos momentos que te hacen apreciar la vida y querer cambiar las cosas. Una segunda oportunidad que juras que no vas a desperdiciar. La conciencia de que -
Escuché el movimiento casi al mismo tiempo que los vi delante nuestra. Era como si Isaiah y Elena hubiesen aparecido por arte de magia. Pero sabía que no se trataba de magia. Los Strigoi podían ser muy rápidos. Debían de haber estado del otro lado, el cual nosotros creíamos vacío – no habíamos querido perder tiempo extra buscando. Me enfadé conmigo misma por no haber comprobado que cada centímetro de todo el lugar. En algún lugar en el fondo de mi memoria, me oí hablar con mi madre en la clase de Stan: "Creo que metisteis la pata. ¿Por qué no buscaron por todo el lugar y si certificaron de que no había Strigoi antes de empezar a hablar? Se habrían librado de mucho problemas".
El karma apesta.
"Niños, niños" se burló Isaiah. "El juego no funciona así. Estáis rompiendo las reglas." Una cruel sonrisa apareció en sus labios. Nos encontraba divertidos y no una amenaza. Honestamente? Tenía razón.
"Rápido y lejos, Mason," dije en voz baja, sin apartar la mirada de los Strigoi.
"Bueno, bueno... si las miradas matasen..." Isaiah levantó las cejas cuando se le ocurrió algo. "¿Crees que nos puedes derrotarnos tu sola?" Él se rió. Elena se rió. Apreté los dientes.
No, nunca había pensado que los pudiese derrotar. En verdad, estaba segura de que iba a morir. Pero estaba segura de que podría ofrecer una buena distracción.
Di un paso hacia Isaiah, pero apunté con el arma a Elena. Puedes pillar a los humanos desprevenidos -, pero no a un Strigoi. Ellos habían visto mis intenciones incluso antes de que me empezase a mover. Sin embargo no esperaban que tuviese un arma. Y mientras Isaiah bloqueaba mi ataque sin apenas ningún esfuerzo, logré dispararle a Elena, antes de que el me quitase el arma. El ruido del arma resonó en mis oídos, y ella gritó de dolor y sorpresa. Había apuntado a su estomago, pero le había dado en una pierna. No es que importase. No la habría matado, pero en el estómago hubiese sido bastante más doloroso.
Isaías agarraba mi muñeca con tal fuerza que pensé que podría romperme los huesos. Solté el arma. Esta chocó contra el suelo, rebotó y se deslizó hacia la puerta. Elena gritó de ira y me arañó. Isaiah le dijo que se controlase y me apartó de ella. Mientras tanto, me debatí todo lo posible, pero no para escapar, si no para centrar su atención en mi.
Y entonces el más dulce sonido.
La puerta abriéndose.
Mason se había aprovechado de mi distracción. Salió con Chritian y Mia, apartándose de mí y de los Strigoi y yendo hacia la puerta. Isaiah se giró con aquella supervelocidad que tenía - y gritó cuando la luz del sol lo tocó. Pero incluso con él sufriendo, sus reflejos todavía eran rápidos. Se alejó de la luz, arrastrando Elena y a mí con el- a ella por el brazo, y a mi por el cuello.
"Sácalos de aquí!" Grité.
"Isaiah", comenzó Elena, soltándose.
Él me empujó al suelo y miró a su alrededor, viendo que sus víctimas habían escapado. Tomé aire, ahora que el agarre de mi garganta se había soltado y miré a la puerta a través de mi cabello. Vi a Mason arrastrar a Eddie a la calle, en la seguridad de la luz. Mia y Christian ya habían salido. Casi lloré de alivio. Isaiah se giró hacia mí con la furia de una tormenta, los ojos negros y terribles mientras que se acercaba a mí con su gran altura. Su cara, que siempre había dado miedo, se convirtió en algo casi más allá de la comprensión. "Monstruoso" ni siquiera se le acercaba.
Me levantó tirándome del pelo. Lloré de dolor, y él bajó su rostro para que pudiésemos mirarnos a la misma altura.
"¿Quieres una mordida, niña?" Exigió. "¿Quieres ser una ramera de sangre? Bueno, podemos hacer eso. En todo el sentido de la palabra. Y no será dulce. Y no será indoloro. Será muy doloroso - la coacción funciona de dos maneras, ya sabes, y me voy a asegurar de que sufras el peor dolor de tu vida. Y también me aseguraré de que tu muerte me lleve mucho, mucho tiempo. Gritarás. Llorarás. Me suplicarás que acabe con tu sufrimiento y te deje morir-"
"Isaiah", exclamó Elena con exasperación. "Simplemente mátala de una vez. Si lo hubieses hecho antes, como te había dicho, nada de esto estaría pasando. "
El continuó agarrándome, pero sus ojos se giraron hacia ella. "No me interrumpas".
"Estás siendo melodramático," Continuó ella. Si, ella realmente era una reivindicadora. Nunca pensé que un Strigoi pudiese serlo. Era casi cómico. "Y derrochador."
"Tampoco me contestes", dijo.
"Tengo hambre. Estoy diciendo que deberíamos-"
"Déjala en paz, o te mato."
Todos nos giramos hacia la voz, una voz negra y llena de rabia. Mason estaba en la entrada, enmarcado por la luz, sosteniendo el arma que yo había dejado caer. Isaiah lo estudió por algunos segundos.
"Claro", dice Isaiah. Parecía aburrido. "Inténtalo".
Mason no dudó. Le disparó y continuó disparando hasta que vacío el cartucho en el pecho de Isaiah. Cada bala hizo que el Strigoi se encogiese un poco, pero fuera de eso, el seguía de pie, agarrándome. Eso es lo que significa ser un antiguo y poderoso Strigoi, me dije. Una bala de esas hubiese dañado a un Strigoi joven como Elena. Pero para Isaiah? Llevar varios disparos en el pecho era simplemente divertido.
Mason también lo notó, y sus características se endurecieron cuando tiró el arma al suelo.
"¡Vete!" Le grité. Él todavía está en el sol, seguro.
Pero él no me escuchó. Corrió hacia nosotros, alejándose de la luz protectora. Redoble mi lucha, con la esperanza de desviar la atención de Isaiah de Mason. No lo conseguí. Isaiah me empujó hacia Elena antes de que Mason hubiese alcanzado la mitad del camino. Rápidamente Isaiah bloqueó a Mason y lo agarró, tal y como lo había hecho antes conmigo.
Pero, con algunas diferencias, Isaiah no sujetó a Mason por los brazos. No lo agarró por del pelo o lo amenazó con una larga y agonizante muerte. Isaiah simplemente detuvo el ataque, sujetó la cabeza de Mason con ambas manos y dio un rápido giro. Escuché el sonido de algo que se rompía. Los ojos de Mason se desenfocaron y después se quedaron vacíos.
Con una mirada impaciente, Isaiah lanzó el cuerpo de Mason hacia donde estaba Elena sujetándome. Cayó delante de nosotras. Mi visión se volvió borrosa cuando las náuseas y los mareos me inundaron.
"Entonces", le dijo Isaiah a Elena. "Haber si eso calma tu hambre. Y guarda algo para mí. "


Capítulo 22.

El terror y la consternación me consumían, por mucho que pensé que mi alma se estaba asfixiando, el mundo terminaría bien a continuación. Porque seguramente, no cabe duda que yo no podría seguir adelante después de esto. Nadie podría seguir adelante después de esto. Quería gritar mi dolor al universo. Quería llorar hasta que me derritiera. Quería hundirme junto a Mason y morir con él. Ella me liberó, aparentemente la decisión no planteaba ningún peligro dado que yo me encontraba entre ella e Isaiah.
Ella se volvió hacía el cuerpo de Mason.
Yo dejé de sentir. Simplemente actué.
-No…lo…toques.-No pude reconocer mi propia voz
Ella volteó sus ojos.
-Llevas bien el dolor, estas molesta. Yo acabo de empezar a entender el punto de vista de Isaiah. Tú necesitas sufrir antes de morir.
Alejándose, ella se arrodilló en el piso y le dio la vuelta al cuerpo de Mason.

- NO LO TOQUES!! – le grité-
La empujé, con muy poco resultado. Ella me empujó de vuelta, cercanamente golpeándome. Y eso era todo lo que yo podía hacer, mantener mis pies en el suelo y estar quieta en posición vertical.
Isaiah miró con divertido interés, pero entonces su mirada cayó al suelo. El chokti de Lissa se me había caído fuera del bolsillo de mi abrigo. El lo recogió. Strigoi podía tocar objetos sagrados. Las historias acerca de ellos temiendo cruces no eran ciertas. Simplemente ellos no podían entrar en tierra santa.

Él le dio la vuelta a la cruz y pasó sus dedos por el dragón que estaba grabado allí.
-Ah , los Dragomirs. – Él susurro – Me había olvidado de ellos. Fácil. Aquí hay qué, una? Dos de ellos a la izquierda? Apenas vale la pena recordar.
Sus horribles ojos rojos se enfocaron en mi.

-¿Conoces alguno de ellos? Voy a tener que ver alguno en estos días, no será muy difícil.

De repente, oí una explosión. El acuario había estallado y el agua salía disparada de él, rompiendo el vidrio. Fragmentos de él volaron en mi dirección, pero escasamente lo noté. El agua se fundió en el aire, formando una desequilibrada esfera. Empezó a flotar. Hacia Isaiah. Sentí como mi mandíbula caía mientras miraba eso.
Él miró también, más perplejo que asustado. Al menos hasta que vió su rostro envuelto y empezó a soforcarse.
Al igual que las balas, la sofocación no podía matarlo. Pero podía causarle un infierno de la cantidad de molestias. Sus manos volaron a su cara, tratando desesperadamente de quitarse el agua de encima. Sus dedos simplemente se deslizaban. Elena se olvido de Mason y saltó a los pies de Isaiah.

-¿Qué es? – Ella gritó. Ella lo sacudió en un inútil esfuerzo de liberarlo. -¿Qué PASA?- Ella gritó de nuevo.
Nuevamente yo no sentí. Simplemente actué.
Mi mano se cerró alrededor de un largo pedazo de vidrio que se había roto del acuario. Fue un movimiento irregular pero muy fuerte, cortando mi mano.
Seguí adelante y hundí el fragmento en el pecho de Isaiah, con el objetivo de darle en el corazón. Yo había trabajado muy duro para encontrar práctica.
Isaiah emitió un grito que se ahogo en el agua y se derrumbó en el piso. Sus ojos se fueron hacia atrás como tachados por un inmenso dolor.
Elena miraba, conmocionada, al igual que yo cuando Isaiah había asesinado a Mason. Isaiah no estaba muerto, por supuesto, pero él estaba temporalmente fuera del conteo. Su rostro claramente mostró que no había pensado que esto fuera posible.
La cosa mas inteligente en ese momento habría sido correr hacia la puerta y a la seguridad del sol. En cambio, corrí en la dirección opuesta, hacía la chimenea. Agarré una de las antiguas espadas y regrese en busca de Elena. No tenía que ir muy lejos, ella misma se había recuperado y se dirigía hacia mi.
Gruñendo con rabia, ella trató de apoderarse de mi. Yo nunca había entrenado con una espada, pero me habían enseñado a luchar improvisando con cualquier arma que pudiese encontrar.
Usé la espada para mantener distancia entre nosotras, mis movimientos eran torpes, pero efectivos por el momento.

Colmillos blancos destellaban en su boca –Voy a hacer que tu … –Dijo

-Sufra? Pague? Me lamente de haber nacido? – Sugerí

Recordé los combates con mi mamá y como yo había ido a la defensiva todo el tiempo. Eso no funcionaría esta vez. Tuve que atacar. Seguí adelante, intenté enviar a tierra a Elena de un golpe. Ninguna suerte. Ella anticipó cada uno de mis movimientos.
De repente, detrás de ella, Isaiah gimió y empezó a venir alrededor. Ella miró de nuevo, el mas pequeño de los movimientos me permitiría deslizar la espada en el pecho.
Había cortado la tela de su camisa y rozado la piel pero nada mas. Sin embargo, Ella se acobardó y miró hacia abajo en pánico. Creo que la imagen del vidrio yendo a través del corazón de Isaiah aún estaba fresca en su mente.
Y eso era lo que yo realmente necesitaba.
Yo preparé toda mi fuerza, señalé la espada ….y pasó.
La cuchilla de la espada golpeó la parte lateral de su cuello, duro y profundo.
Ella dió un horrible, horrible grito, un grito que hizo erizar mi piel. Ella trato de avanzar hacia mi. Yo puse mis manos atrás y golpee de nuevo.
Sus manos se aferraron a su garganta, y sus rodillas cedieron. Yo golpee y golpee. La espada cavaba cada vez mas profundo en su cuello. Cortar la cabeza de alguien fue mas duro de lo que pensaba, y la vieja y embotada espada no ayudaba mucho.
Pero finalmente, gané suficiente control para lograr que ella no realizara ningún movimiento. Y su cabeza estaba allí, separada de su cuerpo. Sus ojos muertos mirándome, como si no pudieran creer lo que había sucedido.
Alguien estaba gritando, y por un surrealista segundo, pensé que todavía era Elena. Entonces levanté mis ojos y miré a través de la sala. Mia estaba en el camino de la puerta, sus ojos estaban sorprendidos, y su piel tenía un tinte verde que parecía que fuese a vomitar. De lejos, en la parte de atrás de mi mente, me di cuenta que ella era quién había hecho explotar el acuario.
La magia del agua, aparentemente no fue inútil después de todo.
Todavía un poco conmocionado, Isaiah intentó estar a la altura de sus pies. Pero yo estaba en él antes de que pudiera realizar alguna acción.
La espada cantó, causando sangre y dolor con cada golpe. Me sentí como una vieja pro. Isaiah cayó al suelo. En mi mente, mantuve la imagen de él rompiendo el cuello de Mason.
Y empuje y empuje tan fuerte con pude. Tan ferozmente, como si esa fuera una forma de borrar mi memoria.

-Rose! Rose!
A través de mi odio, que parecía una espesa neblina, yo apenas podía detectar la voz de Mia
-Rose! Está muerto.
Despacio, líricamente, mantuve atrás mi próximo golpe y miré abajo, su cuerpo y la cabeza definitivamente no estaba junto a él. Ella tenía razón. Él estaba muerto. Muy, muy muerto.
Miré en el resto de la habitación, había sangre por todas partes. Pero el horror de lo sucedido no estaba realmente registrado conmigo. Mi mundo se había ralentizado, disminuyó a dos tareas muy simples. Matar a los Strigoi. Proteger a Mason. No podía procesar nada más.

-Rose- Susurró Mia.
Ella temblaba, sus palabras estaban llenas de temor. Tenía miedo de mi, no de los Strigoi.
-Rose, tenemos que irnos. Vamos.

Arrastré mis ojos lejos de ella y miré hacia abajo, a los restos de Isaiah. Después de varios momentos, me dirigí hacia el cuerpo de Mason, todavía agarrando la espada.

-No, no puedo dejarlo. Otro Strigoi podría venir.
Mis ojos quemaban por las incontenibles ganas que tenía de llorar. No podía decirlo con seguridad. La sed de sangre me consumía, violencia y rabia eran las únicas emociones que era capaz de sentir.

-Rose, volveremos por él. Si otros Strigoi están llegando tenemos que irnos.
-No- repetí, ni siquiera mirándola a ella. – No lo estoy dejando a él, yo no lo dejaré solo.
Con mi mano libre acaricié el cabello de Mason.
-Rose…
Giré mi cabeza – Fuera!!- Le grité – Vete y déjanos solos.
Ella dio unos cuantos pasos adelante, y yo levanté la espada. Ella se congeló.
-Vete – repetí – Ve a buscar a los otros.

Poco a poco Mia dio la vuelta camino a la puerta. Ella me dirigió una última y desesperada mirada antes de correr hacia afuera.
Caí en el silencio. Me relajé aferrándome a la espada pero me negué a soltarla. Mi cuerpo se hundió hacia adelante y mi cabeza descansaba sobre el pecho de Mason. Intenté olvidar todo: El mundo que me rodea, el tiempo en si mismo. Segundos pudieron haber pasado. Horas pudieron haber pasado. Yo no sabía. Yo no sabía nada excepto que no podía dejar solo a Mason.
Yo me encontraba en un estado muy alterado, un estado que solo mantenía el miedo y el terror en la raya. No podía creer que Mason estuviese muerto. No podía creer que lo hubiese convocado a la muerte. Yo podía negarme a reconocer algo, y pretender que nunca había ocurrido.
Pasos y voces sonaron eventualmente, y levanté la cabeza hacia arriba. Personas entraron a través de la puerta, muchos de ellos. Yo no podía realmente hacer algo a cualquiera de ellos. Yo no lo necesitaba. Ellos estaban amenazados, y esas amenazas las usé para mantener a salvo a Mason de ellos. Un par de ellos se me acercó y yo salté arriba, levantando la espada y manteniéndola apuntando hacia su cuerpo.

-Quédense atrás- Les advertí – Manténganse alejados de él.
Siguieron llegando.
-Que se queden atrás – Les grité. Ellos se detuvieron. Excepto por uno.
-Rose – Era una voz suave. – Suelta la espada
Mis manos temblaron. Yo tragué saliva. –Aléjate de nosotros!!

-Rose.
La voz habló de nuevo. Una voz que mi alma conocería en cualquier lugar. Vacilé, dejé a mi mente tomar conciencia de mi entorno, hundirme en los detalles. Dejé mis ojos fijos, analizando las características del hombre que tenía en frente. Los ojos marrones de Dimitri, suaves y firmes me miraron.
-Está bien- él dijo- Todo va a estar bien. Puedes dejar la espada a un lado.
Mis manos temblaron pero luché por mantener la espada empuñada. – No puedo –Las palabras herían conforme salían. – No puedo dejarlo solo. Tengo que protegerlo.

-Tu tienes- Dijo él
La espada cayó de mis manos, aterrizando con un estruendo en el piso de madera. Yo seguí, colapsando, con el deseo de llorar que iba a estallar en cualquier momento.
Los brazos de Dimitri me envolvieron como ayudándome a no caer en pedazos. Voces invadieron nuestro alrededor, y una a una las fui reconociendo, personas de confianza. Él intento llevarme hacia la puerta pero me rehusé a moverme todavía. No podía. Mis manos embragaron su camisa, arrugando la tela. Manteniendo un brazo alrededor de mi, él apartó mi pelo liso de mi cara. Incliné mi cabeza contra él, y siguió acariciando mi cabello. Murmuro algo en ruso.
Yo no entendí una palabra de eso, pero el tono suave en que lo dijo me hacía sentir aliviada.

Los demás guardianes se fueron extendiendo alrededor de la casa, examinándola centímetro a centímetro. Un par de ellos se acercaron a nosotros y se arrodillaron a ver los cuerpos. Me rehusé a mirar.

-Ella hizo esto? Dos de ellos?
-Esa espada no había sido usada en años
Un divertido sonido apretó mi garganta, Dimitri apretó mi hombro confortablemente.

- Sácala de aquí Belikov – Oí decir a una mujer detrás de él. Su voz me era familiar.
Dimitri apretó mi hombro de nuevo –Vamos Roza, Es hora de irnos
.
Esta vez. Me fui. Él me guió hasta fuera de la casa, apretándome y yo no sabía como podía dar cada agonizante paso. Mi mente seguía negándose a procesar realmente lo que había sucedido. No podía hacer mucho más que seguir instrucciones simples de direcciones de las personas que estaban a mi alrededor. Eventualmente terminé en uno de los jets de la academia. Los motores rugieron alrededor de nosotros, y el avión fue levantado.
Dimitri murmuró algo acerca de que volvería en breve y me dejó sola en mi asiento. Me puse recta y empecé a analizar los detalles del asiento de enfrente. Alguien se sentó al lado de mí y cubrió con una manta blanca mis hombros. Justo en ese instante me di cuenta que estaba temblando.
Me arropé con la manta.
Tengo frío –dije -¿Cómo puedo tener tanto frío?
Estas en estado de shock –Respondió Mía.

Me volvi a mirarla, estudiando sus rizos rubios y sus grandes ojos azules. Algo mientras la veía a ella desencadenó mis recuerdos. Y todo cayó de nuevo. Cerré los ojos y los apreté fuerte.
-Oh! Dios –respiré. Abrí mis ojos y me concentré en ella. – Tu me salvaste, me salvaste cuando hiciste explotar el acuario. No deberías haberlo hecho. No deberías haber vuelto.
Ella se encogió de hombros –Tu no deberías haber ido por la espada.
El punto justo.
-Gracias-Le dije- Lo que hiciste…yo nunca habría pensado eso. Fue brillante.
-Yo no sé acerca de eso – Ella reflexionó, sonriendo tristemente. –El agua no es tanto un arma, recuerdas?
Me ahogué en una risa, aunque realmente no podía entender por qué esas palabras me parecían graciosas. Ya no.
-El agua es un gran arma –Le dije finalmente.- Cuando volvamos vamos a tener práctica en la manera de usarla.
Su rostro se iluminó. Un brillo se asomó en sus ojos.-Me gustaría. Más que nada.
-Lo siento. Acerca de tu madre.
Mia simplemente asintió. –Tu eres afortunada por tener a la tuya. No saber qué suerte tienes.
Me volví y miré el asiento de nuevo. Las siguientes palabras que salieron de mi boca me asustaron – Desearía que ella estuviera aquí.
-Ella está-dijo Mia, sonando sorprendida.-Estaba con el grupo que allanó la casa, no la viste?
Sacudí mi cabeza. Caímos en un silencio. Mia se levantó y se fue. Un minuto más tarde alguien se sentó a mi lado.
-Rose – dijo mi madre. Por primera vez en mi vida, ella sonaba insegura de sí misma. Miedo, quizá. – Mia dijo que querías verme.
Yo no respondí. Ni siquiera la miré. –¿Que…que necesitas?-titubeó.
Yo no sabía lo que necesitaba. Yo no sabía qué hacer. El ardor en los ojos creció insoportablemente, y antes de que me diera cuenta….ya estaba llorando. Grandes, dolorosos sollozos ocupaban mi cuerpo. Las lágrimas que había estado frenando se vertían ahora por todo mi rostro. El miedo y el dolor que me había negado a dejar que me consumieran habían explotado…quemando mi pecho. Apenas podía respirar.
Mi madre puso sus brazos alrededor de mí y con mi cara enterrada en su pecho, sollozar era aún más difícil.
-Lo sé – dijo ella suavemente –apretándome – Lo entiendo.

Capítulo 23.

El clima era cálido en el día de mi ceremonia molnija. De hecho, era tan cálido que gran parte de la nieve del campus se había derretido, cayendo por los laterales de los edificios de piedra de la Academia. El invierno está lejos de terminar, por lo que sabía que todo se congelaría de nuevo en algunos días. Por ahora, sin embargo, me sentía como si todo el mundo estuviese llorando.
Había escapado del incidente en Spokane con heridas leves y cortes. Las quemaduras de cuando las esposas se derritieron habían sido las peores. Pero todavía me era difícil hacerle frente a las muertes que había causado y la que había visto. Quería esconderme en algún lugar, y no hablar con nadie, excepto quizás con Lissa. Pero mi madre me encontró en mi cuarto el día que llegamos a la Academia y me dijo que era hora de que recibiese mis marcas.
Me llevó varios minutos comprender lo que me estaba diciendo. Entonces recordé que decapitar a 2 Strigoi, me había hecho merecedora de recibir las tatuajes molnija. Las primeras. La compresión de eso me sorprendió. Toda mi vida, teniendo en cuenta mi trabajo como guardiana, había esperado recibir esas marcas. Las veía como unas marcas de honor. Pero ahora? Serían recordatorios de cosas que quería olvidar.

La ceremonia tuvo lugar en el edificio de los guardianes, en un enorme salón que utilizaban para las reuniones y los banquetes. No era nada en comparación con la gran sala del hotel. Era eficiente y práctico, como los guardianes. La alfombra era de un tono verde. Las paredes tenían fotos en blanco y negro de San Vladimir durante años. No había otras decoraciones o sonidos, pero aún así, la solemnidad y el poder eran palpables en todo momento. Todos los guardianes del campus – menos los principiantes – estaban presentes. Ellos se reunieron en círculos en el edificio principal, juntándose en grupos y sin hablar. Cuando comenzó la ceremonia, se colocaron en filas de forma obediente y me observaron.
Me senté en un taburete en la esquina del salón, inclinándome hacia adelante con mi pelo delante de la cara. Detrás de mí, un guardián llamado Lionel sujetaba una aguja para tatuar contra mi cuello. Lo conocía de siempre de la Academia, pero nunca supe que el era el encargado de hacer las marcas molnija.
Antes de comenzar, les murmuró a mi madre y a Alberta.
"No tiene la marca de la promesa", dijo. "Aún no se ha graduado".
"Procede", dijo Alberta. "Ella los mató. Hazle las marcas molnija, ya hará la marca de la promesa más tarde. "
Teniendo en cuenta el dolor que solía experimentar esporádicamente por las prácticas, no esperaba que los tatuajes doliesen tanto como dolían. Pero me mordí el labio y estuve en silencio mientras que Lionel las hacia. El proceso pareció llevar una eternidad. Cuando terminó, con un par de espejos, y con algunas maniobras pude ver a mi cuello. Dos pequeñas marcas estaban allí, una al lado de la otra, en mi enrojecida y sensible piel.
Molnija significa relámpago en ruso, y eso es lo que simboliza el dibujo. Dos marcas. Una por Isaiah, y otro por Elena.
Después de que las viese, me puso una venda y me dio instrucciones sobre como debía cuidarlas mientras sanaban. La mayoría parte no las escuché, pero pensé que podría preguntarlas después. Todavía estaba medio conmocionada por todo.
Después de eso, todos los guardianes vinieron hacia mí uno por uno. Todos me dieron alguna señal de afecto, - un abrazo, o un beso en la mejilla, - y palabras amables.
"Bienvenido a las filas", dijo Alberta, su rostro se veía envejecido y suave cuando me dio un abrazo.
Dimitri no dijo nada cuando fue su turno, pero como siempre, sus ojos hablaban por él.
Orgullo y ternura llenaban sus facciones, y tuve que tragarme las lágrimas que estaban a punto de salir. Pasó una mano suavemente por mi mejilla, asintió, y se alejó.
Cuando Stan - el instructor con el que siempre me llevaba mal - me abrazó y me dijo, "Ahora eres una de nosotros. Siempre supe que serías la mejor ", pensé que me iba a desmayar.
Y entonces cuando mi madre se me acercó, no pude evitar que una lágrima se derramase por mi mejilla. Ella me la limpió y pasó sus dedos cuidadosamente por mi cuello. "No lo olvides nunca ", dijo.
Nadie me dijo: "Felicidades," y me alegré. La muerte no es algo por lo que emocionarse.
Cuando esto terminó, sirvieron la comida y las bebidas. Fui a la mesa del buffet y me serví un plato. Comí sin saborear los alimentos y respondí a las preguntas de los demás sin saber siquiera lo que estaba diciendo la mayor parte del tiempo. Era como si yo fuera una Rose robot, dejando que las cosas pasaran como se esperaba. En mi cuello, mi piel picaba debido a los tatuajes, y en mi mente, seguía viendo los ojos azules de Mason y los ojos rojos de Isaiah.
Me sentía culpable por no aprovechar mi gran día, pero fue un alivio cuando el grupo finalmente comenzó a dispersarse. Mi madre caminó hacia mí, mientras que los demás se despedían. Aparte de sus palabras durante la ceremonia, no habíamos hablado mucho desde mi crisis en el avión. Todavía me hacia gracia - y me sentía un poco, demasiado avergonzada. Ella nunca hizo ningún comentario, pero nuestra relación había cambiado un poco. No estábamos ni cerca de ser amigas... pero tampoco éramos lo que se dice enemigas.
"El Lord Szelsky se irá dentro de poco," me dijo mientras caminábamos por el pasillo, no muy lejos de en donde le había gritado el primer día que nos encontramos. "Me voy con él."
"Lo sé", le dije. No había ninguna duda de que se iría Así era como funcionaban las cosas.
Los guardianes seguían a los Moroi. Ellos son lo primero.
Ella me miró por unos segundos, sus ojos marrones pensativos. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que nos mirábamos a los ojos, a diferencia de su mirada como si fuese superior. Ya era hora, también, teniendo en cuenta que era 15 centímetros más alta que ella.
"Lo hiciste bien", dijo finalmente. "Teniendo en cuenta las circunstancias".
Apenas era medio cumplido, pero no me merecía más. Ahora entendía los errores y la falta de juicio que me habían llevado a la casa de Isaiah. Algunos habían sido por mi culpa; otros no. Quería poder cambiar algunas cosas, pero sabía que ella tenía razón. Lo hice lo mejor que pude teniendo en cuenta todo lo que había sucedido.
"Matar a los Strigoi no fue tan glamoroso como pensé que sería," le dije.
Ella me dio una sonrisa triste. "No. Nunca lo es".
Pensé en las marcas de mi cuello, y en las muertes. Me estremecí.
"Oh. Eh." Deseosa por cambiar el tema, metí una mano en mi bolsillo y saqué el pequeño colgante de un ojo azul que me había dado. "Esto que me diste. Es un na-nazar" Tartamudeé al decir la palabra. Parecía sorprendida.
"Sí ¿Cómo lo sabes?"
No quería explicarle el sueño que tuve con Adrián. "Me lo han dicho. Es para la protección, ¿verdad? "
Una mirada reflexiva cruzó su cara, luego suspiró y asintió. "Sí. Proviene de una antigua superstición del Medio Oriente... allí creen que los que quieren hacerte daño, pueden conseguirlo con una maldición o un "mal de ojo." El Nazar sirve para repeler el mal de ojo... y generalmente protege a quienes lo utilizan.
Pasé mis dedos por el cristal. "Oriente Medio... entonces, lugares como, eh, Turquía?"
Los labios de mi madre se contrajeron. “Lugares exactamente como Turquía." Ella vaciló.
"Fue… un regalo. Un regalo que me dieron hace mucho tiempo..." Su mirada se perdió en sus pensamientos. "Llamaba mucho… la atención de los hombres cuando tenía tu edad. Atención que parecía un elogio al principio, pero al final no lo era. A veces es difícil diferenciarlo, diferenciar entre lo que es verdadero amor y lo que otros hacen para aprovecharse de ti. Pero cuando sabes que es de verdad... bueno, lo sabes."
Entendí por qué ella era tan súper protectora con mi reputación – ella había arriesgado la suya cuando tenía mi edad. Tal vez hacer algo más que eso había sido dañado.
Sabía también por que me había dado el Nazar. Mi padre se lo había dado a ella. Y como no creí que me fuese a decir algo sobre ello, no le pregunté. Pero era lo suficiente para saber que tal vez, solo tal vez, la relación de ellos, después de todo, no había sido sólo acerca de los genes y el trabajo.
Nos despedimos y regresé a mis clases. Todo el mundo sabía donde había estado por la mañana, y mis compañeros querían ver las marcas molnija. No los culpaba. Si yo estuviese en su lugar, también habría tenido curiosidad.
"Venga, Rose", suplicó Shane Rayes. Estábamos yendo a nuestra clase de prácticas, y el me estaba tirando de la coleta. Hice una nota mental para usar mi cabello suelto.
Varios nos seguían y se hacían eco de su petición.
"Sí, venga. Déjanos ver los que conseguiste por tus habilidades con la espada!"
Sus ojos brillaban con emoción y entusiasmo. Yo era una heroína, la compañera de clase que había acabado con el líder de una banda de Strigoi que nos había estado atemorizando durante las vacaciones. Pero me encontré con los ojos de alguien que estaba parado en la parte de atrás del grupo, alguien que no estaba emocionado ni excitado. Eddie. Al encontrar mi mirada, me dio un pequeña, y triste sonrisa. El me entendía.
"Lo siento, muchachos” Les dije girándome. "Tienen que permanecer tapadas. Órdenes del doctor".
Y poco después vinieron las preguntas sobre cómo había matado a los Strigoi. La decapitación era una de las más raras y difíciles técnicas para matar a un vampiro, no es como si llevar una espada te fuese a ayudar. Así que intenté contarles lo mejor que pude, lo que había sucedido, asegurándome de contar los hechos y no glorificar las muertes.
El día escolar terminó demasiado pronto, y Lissa me acompañó hasta mi habitación.
Ella y yo no habíamos tenido la oportunidad de hablar mucho desde lo que había ocurrido en Spokane. Yo había tenido que contestar a muchas preguntas y luego tuvimos el funeral de Mason. Lissa también tenía sus propias distracciones con la realeza Moroi que ahora abandonaba el campus, entonces ella tampoco tenía mucho tiempo libre.
Estar cerca de ella me hacia sentir mejor. A pensar de que, podía entrar en su cabeza en cualquier momento, no era lo mismo que estar cerca físicamente de alguien que te importa.
Cuando llegamos a la puerta de mi habitación, vi a un ramo de fresias en el suelo. Suspirando, recogí las fragantes flores sin mirar la tarjeta que tenían.
"¿De quien son?" preguntó Lissa mientras yo abría la puerta.
"Son de Adrian", le dije. Entramos, y le señalé la mesa, donde estaban algunos otros ramos. Puse el nuevo junto a los demás. "Estaré feliz cuando se vaya. Creo que no podré soportar mucho más de esto. "
Se giró sorprendida. "Oh. Um, no lo sabes."
Capté una sensación de alarma a través de nuestra conexión, lo que significaba que lo que estaba por venir ni me iba a gustar.
"¿qué pasó ahora?"
"Él no se irá. Se quedará aquí por un tiempo. "
"Él se tiene que ir," Discutí. Hasta donde sabía, la única razón, de su estancia aquí era a causa del funeral de Mason, y aún no sabía por qué lo había hecho, por que el apenas conocía a Mason. Quizás Adrian sólo quería lucirse. O tal vez para continuar persiguiéndonos a Lissa y a mí. "El está en la universidad. O quizás en un reformatorio. No lo sé, pero el hará algo”
"Se está tomando unas vacaciones este año."
La miré.
Sonriendo a causa de mi conmoción, ella asintió. "Se va a quedar y va a trabajar conmigo... y la Sra. Carmack. Todo este tiempo, el nunca supo ni lo que era el Espíritu. Sólo sabía que no era especializado en nada, pero que tenía algunas habilidades extrañas. No se lo contó a nadie, excepto cuando ocasionalmente encontraba a otro usuario del Espíritu. Pero ellos no sabían mucho más de lo que él sabía".
"Debería haberlo descubierto antes," recordé. "Había algo raro cuando estaba a su alrededor... siempre quería hablar con él, ya sabes... Sólo tenía un… carisma. Como tu. Supongo que todo está conectado con el espíritu y la compulsión y lo que sea. Hace que me guste... aunque no me gusta".
"No?" Me provocó.
"No", le respondí rápidamente. "Tampoco me gusta esa cosa de los sueños."
Los ojos color jade de ella me miraron con fascinación. "Eso es genial", dijo. “Siempre fuiste capaz de decir lo que me estaba pasando, pero yo nunca he sido capaz de comunicarme conmigo de la misma manera. Me alegra que escaparais... pero me hubiese gustado ayudar a descubrir donde estabais".
"Yo no", le dije. "Estoy feliz de que Adrian no te haya hecho dejar los medicamentos."
Había descubierto esto pocos días después de haber estado en Spokane. Lissa al parecer, había rechazado la oferta de Adrián de dejar las píldoras y así aprender más del Espíritu. Sin embargo, ella me había admitido, que si Christian y yo permanecíamos desaparecidos más tiempo, lo hubiese hecho.
"¿Cómo te has sentido últimamente?" Le pregunté, recordando su preocupación con la medicina. "Todavía sientes que las píldoras no están funcionando?"
"Mmm ... bueno, es difícil de explicar. Todavía me siente cercana a la magia, como si tal vez, ya no estuviese tan bien bloqueada. Pero no estoy sintiendo ningún otro efecto mental... nada de estar triste ni nada parecido. "
"Wow, esto es genial."
Una bella sonrisa iluminó su rostro. "Lo se. Me hace pensar que puede que haya esperanza para mí, y pueda aprender a usar la magia algún día. "
Verla tan feliz me hizo sonreír de nuevo. No quería que esos sentimientos oscuros regresaran y estaba feliz de que hubiesen desaparecido. No entendía cómo o por qué, pero desde que ella se sentía bien --
Todos tienen luz a su alrededor, excepto tu. Tú tienes sombras. Tú recoges las de Lissa.
Las palabras de Adrian aparecieron en mi mente. Preocupada, pensé en mi comportamiento estas últimas semanas. Algunos ataques de rabia. Mi rebeldía - inusual incluso para mí. Extraños sentimientos que estaban dentro de mi pecho...
No, decidí. No había similitudes. Los sentimientos de Lissa se debían a la magia. Los míos al estrés. Por otra parte, me sentía bien ahora.
Viendo que me estaba mirando, traté de recordar dónde habíamos dejado de hablar. "Tal vez eventualmente consigas encontrar una manera de utilizarla. Quiero decir, si Adrian encontró una forma de usar el Espíritu sin medicamentos... "
Ella comenzó a reír. "No lo sabes, ¿verdad?"
"¿Qué?"
"Qué Adrian se auto medica."
"Se auto medica? Pero él dijo -" gemí. "Por supuesto que se auto medica. Los cigarrillos. La bebida. Solamente Dios sabe qué más. "
Ella asintió. "Si. Que casi siempre tiene algo en su sistema. "
"Pero probablemente por la noche no... y esa es la razón por la que entra en mis sueños. "
"Hombre, me gustaría hacer esto", dijo.
"Quizá algún día lo aprendas. Simplemente no te conviertas en una alcohólica en el proceso. "
"No lo haré", dijo. "Pero voy a aprender. Ninguno de los otros usuarios de Espíritu puede hacer esto, Rose- bueno, al margen de San Vladimir. Pero aprenderé al igual que el. Aprenderé a usarlo - y no voy a dejar que me haga daño".
Le sonreí y le agarré de la mano. Tenía fe absoluta en ella. "Lo sé".
Hablamos durante la mayor parte de la noche. Cuando llegó el momento de ir a practicar con Dimitri, me separé de ella. Mientras caminaba, pensé en lo que me estaba perturbando. Aunque en los ataques del grupo de Strigoi había más miembros, los guardianes tenían la confianza de que Isaiah era el líder. Eso no significa que no hubiese más amenazas en el futuro, pero les llevaría más tiempo reagruparse.
Pero no podía dejar de pensar en la lista que había visto en el túnel en Spokane, que tenía una lista de las familias reales por el tamaño. Isaiah había mencionado el nombre de los Dragomirs. El sabía que casi habían desaparecido, y por lo que había dicho, sonaba como si quisiese acabar con ellos.
Claro, el ahora estaba muerto... pero habría otros Strigoi con la misma idea? Negué con la cabeza. No podía preocuparse por eso. Hoy no. Todavía necesitaba recuperarse de todo lo que había sucedido. Pero pronto. Dentro de poco tendría que hacerle frente a ese tema.
Ni siquiera sabía si todavía teníamos nuestras prácticas pero me fui a los vestuarios de todos modos. Después de cambiarme de ropa para la práctica, corrí al gimnasio y me encontré a Dimitri en el cuarto de suministros, leyendo un libro del Salvaje Oeste que a él tanto le gustaban. Me miró cuando entré. Apenas lo había visto en los últimos días, por lo que pensé que debía de estar ocupado con Tasha.
"Sabía que vendrías", dijo, colocando una marca páginas en el libro.
"Es hora de entrenar."
Negó con la cabeza. "No. Hoy no habrá entrenamiento. Aún necesitas recuperarte".
"Estoy bien de salud. Preparada para las prácticas." Intenté sonar segura.
Pero Dimitri no se lo creyó. Me hizo un gesto para que me sentase a su lado. "Siéntate, Rose."
Dudé por un momento antes de obedecer. Acercó su silla más cerca de mí, para que nos sentásemos uno frente al otro. Mi corazón se aceleró, mientras le miraba a los ojos.
"Nadie supera su primer asesinato... una muerte... fácilmente. Incluso con los Strigoi... bueno, técnicamente quitar una vida. Es difícil. Y después de todo por lo que pasaste..." Dio a la cabeza y, a continuación, cogió mi mano. Sus dedos eran como los recordaba, largos y fuertes, con callos debido a los años de formación. "Cuando te vi... cuando te encontré en aquella casa... no puedes imaginar cómo me sentí".
Tragué. "¿Cómo... cómo te sentiste?"
"Devastado... el dolor me golpeó. Estabas viva, pero la forma en que estabas... no pensé que te fueras a recuperar. Y eso me consternó, pensar que eso te había sucedido siendo tan joven.” Apretó mi mano. "Pero te recuperarás – ahora lo sé, y estoy feliz. Pero aún no. Todavía no. Perder a alguien que te importa no es fácil. "
Bajé la mirada, observando el suelo. "Es culpa mía", dije en voz baja.
"¿Hmm?"
"Lo de Mason. Que haya muerto. "
No necesité ver el rostro de Dimitri para saber que la compasión lo había llenado. "Oh, Roza. No. Tomaste algunas malas decisiones... deberías habernos dicho a los demás a donde ibas, pero... no te puedes echar la culpa. Tu no lo mataste".
Lágrimas empezaron a surgir de mis ojos y lo miré. "Es como si lo hubiera hecho. El se fue - por mi culpa. Nos peleamos... y yo le había contado lo de Spokane, incluso aunque me dijiste que no lo debía contarlo... "
Una lágrima resbaló de mi ojo. Realmente, tengo que aprender a controlarlo. Como había hecho mi madre, Dimitri suavemente limpió la lágrima de mi mejilla.
"No te puedes culpar por eso," dijo. "Puedes lamentar la decisión, y desear haber hecho las cosas de una forma diferente, pero al final, Mason también tomó una decisión. Eso fue lo que él optó por hacer. A fin de cuentas, fue su decisión, sin importar lo que tu hiciste." Cuando Mason regresó por mi, me di cuenta de que el había dejado que sus sentimientos por mi lo dominasen. Eso era lo que Dimitri temía siempre, si él y yo tuviésemos algún tipo de relación, nos pondría - y a los Moroi que protegiésemos- en peligro.
"Sólo desearía haber sido capaz... no sé,… de hacer algo... "
Tragándome las lágrimas, quité mis manos de junto a las de Dimitri y me levanté antes de que dijese algo estúpido.
"Debería irme", le dije rápidamente. "Avísame cuando empezamos a entrenar de nuevo. Y gracias por... la conversación. "
Comencé a girarme, y entonces de repente le oí decir, "No."
Le miré. "¿Qué?"
Me miró, y algo cálido, maravilloso y poderoso que surgió entre nosotros.
"No", repitió. “Es lo que le dije. A Tasha ".
"Yo..." Cerré la boca antes de golpease el suelo. "Pero... ¿por qué? Eso solo sucede una vez en la vida. Podrías haber tenido hijos. Y ella... a ella, ya sabes, le gustas... "
El fantasma de una sonrisa apareció en su rostro. "Sí, lo se. Y es por eso que tuve que decir que no. No podía irme... no podía darle lo que ella quería. No cuando..." Dio algunos pasos en mi dirección. "No cuando mi corazón pertenece a otra persona."
Casi me eché a llorar de nuevo. "Pero parecía que te gustaba. Y siempre estás hablando de que actuó como una niña".
"Actúas como una adolescente", dijo, "porque lo eres. Pero sabes cosas, Roza. Cosas que personas mayores que tú no saben. Aquel día..." Supe al instante al día al que se refería. Aquel que lo había empujado contra la pared. "Tenías razón, sobre cómo lucho por mantener el control. Pero nadie lo descubrió - y lo que dijiste me asustó. Tú me asustas. "
"¿Por qué? No quieres que nadie lo sepa? "
Él se encogió de hombros. "Si lo saben o no, no me importa. Lo que importa es que nadie - aparte de ti – me conoce tan bien. Es difícil cuando una persona pude ver tu alma. Te fuerza a abrirte. A ser vulnerable. Es mucho más fácil estar con alguien que sólo es un amigo ocasional. "
"Como Tasha".
"Tasha Ozera es una mujer increíble. Es hermosa y valiente. Pero ella no-"
"Ella no te entiende," terminé.
El asintió. "Lo sabía. Pero aún así, todavía quería la relación. Sabía que sería más fácil y que ella me podía mantener alejado de ti. Pensé que podría hacer que me olvidase de ti".
Yo había pensado lo mismo con Mason. "Pero no podía."
"Sí. Y, bueno... ese es el problema".
"Por qué no podemos estar juntos".
"Sí"
"Debido a la diferencia de edad".
"Sí"
"Pero más importante, porque vamos a ser los guardianes de Lissa y tenemos que centrarnos en ella - no en nosotros".
"Sí"
Pensé en eso por un momento y entonces le miré a los ojos. "Bueno", le dije finalmente, "De la manera en que yo lo veo, todavía no somos guardianes de Lissa."
Me preparé para la respuesta. Sabía que sería una lección de vida Zen. Algo sobre la fuerza interior y la perseverancia, sobre como las decisiones que tomamos hoy, influyen el futuro o alguna otra tontería.
En lugar de eso, él me besó.
El tiempo se detuvo cuando se me acercó y puso sus manos en mi cara. Acercó su boca y movió sus labios contra los míos. Al principio apenas era un beso, pero pronto aumentó, siendo cada vez más profundo y fuerte. Cuando finalmente se alejó, me besó en la frente. Dejó sus labios allí varios segundos, mientras me abrazaba.
Yo quería que aquel beso durase para siempre. Pero rompió nuestro abrazo, pasó algunos dedos por mi pelo y mi mejilla y dio un paso hacia la puerta.
"Nos vemos más tarde, Roza".
"En nuestra próxima práctica?", Le pregunté. "Seguiremos practicando, ¿verdad? Quiero decir, todavía tienes muchas cosas que enseñarme".
Se detuvo en la puerta, me miró y sonrió. "Si. Muchas cosas".

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